miércoles, 15 de julio de 2009

3º. TODO LO QUE BAJA, LUEGO SUBE

Todo lo que baja sube, es cierto, por eso hoy tenemos que ascender los 26 km. que ayer bajamos en loca carrera. A las 7.00 h. arriba, antes no, prohibido terminantemente por Cristiana. Así que, en cuanto dan las 7.00 h. diana, y todo el mundo arriba. El muchacho que duerme en la misma litera que yo me pregunta algo, y yo, como no entiendo nada, pues me rio amablemente. Más tarde me lo repite más despacio:
-are you going by bike?
-yes, we are
-could we cycling togheter?
-yes, of course.
Resulta ser un inglés de London, que se viene con nosotros: Jhon. Nos vamos a desayunar al único bar abierto: confitura de frutas, mermeladas de varios tipos, tostadas con mantequilla, zumo de naranja y café olé (au lait): 8 pavos por cabeza -no te lo van a regalar.
Después de sellar en la oficina del peregrino, comienza nuestro viaje con unas rampas que, sin exagerar deben de superar el 15 %, tanto que Jhon se raja y se va por la carretera. La bici se maneja bien a pesar del peso de las alforjas. Pasadas las primeras rampas encontramos a un paisano en un prado en pose como de quien va a cazar: inmóvil con los brazos levantados, sosteniendo lo que parece ser un palo, delante de un agujero. A mí me recordaba a los linces que se situan en la madriguera de los conejos para cuando éstos salgan, saltar sobre ellos. Pasamos cerca del galo, y el tio no se mueve. Nos alejamos unos cientos de metros y el tío sigue igual. Desde unos kilómetros más arriba, lo mismo. Aún me pregunto si seguirá allí o se trataba de una estatua.
En la subida encontramos a un portugés que viene desde París y dice que va a Oporto. El chaval sube con bici, alforjas, macuto, tienda y no sé cuántas cosas más. Pero sube. También un polaco con igual aparejo, al que nos iremos encontrando a lo largo del viaje.
Sobre las 12.00 h. alcanzamos el collado. Ahora a bajar entre el hayedo. Esta parte es de las más agradables del camino, te envuelve el mágico bosque, hasta tal punto que Antonio acaba metido en un barrizal que más parece arenas movedizas. Menos mal que hay arroyos limpios donde meter los pies hasta las rodillas.
Bocata de chistorra o de tortilla en el bar de Roncesvalles (con cerveza por supuesto) y después a continuar bajando. No todo es bajada, habrá que subir los altos de Mezkiritz y Erro, que comparados con la subida de la mañana, son cosa facil. Volvemos a encontrar a Jhon, en un pueblecillo. Tiene avería y le echamos una mano. Continúa su camino a Pamplona y ya no le volveremos a ver.
A Pamplona llegamos sobre las 20.00 h. y no hay sitio en el albergue que nos gusta, así que nos vamos al de las monjas. De instalaciones, cojonudo. Ahora, a las 10.00 h. en casa, que se cierra la puerta. Menos mal que la que está por la noche se tira el rollo y nos deja volver a las 10.30 h.
Nos vamos al bar de Ramón, al lado del albergue, y nos ponemos ciegos de cerveza, de ajoarriero, de mejillones y de una estupenda ensalada. Mientra tanto España pierde frente a EEUU y alguno cree ver cómo se alegra el camarero. Llego tan cansado a la cama que caigo como un plomo y sólo entre sueños oigo la tormenta que cae esa noche en Pamplona.

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