domingo, 26 de julio de 2009

9º. EL REENCUENTRO

Deberían ser las ocho de la mañana cuando salí del albergue municipal de León para, cruzando el centro, ir buscando las flechas amarillas que me sacaran de la ciudad. La salida de León es caótica para los que vamos en bici, pues o vas por una estrecha acera molestando a los peatones o te metes en la carretera con un tráfico infernal.

En uno de los bares que me encuentro, de cuyo nombre no quiero acordarme, decido pasar y tomarme el anunciado "desayuno del peregrino: zumo de naranja, café y bollo: tres euros". Este establecimiento está atendido por dos chicas, una de ellas algo mona, más preocupada por estar atractiva que por atender correctamente, que se encarga de la cocina. La otra, menos agraciada físicamente, tiene que repetirle varias veces a "nancy" que prepare un desayuno, pues ésta se encuentra coqueteando con un cliente que acaba de entrar ¡a las 8,30 h. de la mañana!. Pues bien, una vez en la mesa el desayuno, voy con ganas a ingerir el zumo, cuando observo que algo pequeño pero no diminuto se revuelve entre el líquido y la pulpa tratando de salir a la superficie del jugoso nectar.

Cuando le digo a la camarera que hay un insecto (¿cucaracha?) en mi zumo, a la menos agraciada físicamente puesto que la otra parecía no estar en este mundo, con una gran sorpresa me responde que es la primera vez que le sucede. Y a mi también le contesto yo. Asi que se lleva el zumo fuera de mi vista y se adentra en la cocina, reino de la princesa "mevesguapa cariño". Como no me fio, le indico que lo deje para otra ocasión, que ya no me apetece, pero insiste en que me volverá a exprimir nuevas naranjas en otro vaso. Ante tal insistencia decido no calentar más la situación y haciendo un esfuerzo por no pensar me bebo el zumo de un tirón.

A la salida de León, el Camino se bifurca nuevamente, pudiendo el peregrino elegir entre el camino tradicional que va por Valverde de la Virgen y Villadangos, pero que transcurre junto a una infernal carretera o, coger la variante que por una tranquila carretera secundaria va desde La Virgen del Camino pasando por Chozas de abajo hasta reencontrarse con el anterior en Hospital de Orbigo. Como no encontré el camino alternativo seguí por la carretera nacional hasta que, harto ya de camiones y de coches, a la altura de San Miguel me desvié hasta Chozas de Arriba y desde aquí a Chozas de Abajo, encontrando por aquí una opción mucho más sosegada y acorde con lo que el Camino es, donde por fin pude digerir tan proteico desayuno.

En Hospital de Orbigo se encuentra una de las para mí, maravillas del camino: su puente, francamente impresionante, y bien conservado. Después de la foto de rigor, lo voy cruzando a pie pues así se disfruta mejor, y a la par mia, viene una peregrina con la que comienzo una animosa charla que durará hasta bastantes kilómetros más allá. Es Begoña, una chica de Portugalete que tiene una curiosa manera de hacer el camino: hace una etapa y retrocede para volver a avanzar desde un punto anterior, algo así como Tarantino hizo en su famosa Pulp Fiction.


Cuando llevamos un buen trecho caminado, oigo una voz que me llama a lo lejos y que de no haber ido acompañado hubiera creido que se trataba de un espejismo auditivo, dados los calores que del cielo se dejaban caer a esa hora del mediodía. Al poco llega mi amigo Javier, rodando detras de nosotros y gritando que ya sabía él que me volvería a encontrar. Saludos efusivos, le presento a Begoña y juntos que nos vamos los tres caminando hacia Astorga, como los personajes de Oz (león sin valor, hombre de hojalata y niña perdida) buscando como aquellos buscaban, y encontrando al fín fresca cerveza acompañada de suculenta tortilla de patatas.

Nos despedimos de Begoña que se vuelve a León y nos sentamos en un parque a comer fruta que previamente hemos comprado en un super. Begoña pasa en el Alsa y nos ve pero ya no estamos solos, somos otra vez tres, pues hemos recogido a Rubén, un chico de Burgos que rueda solo y que por lo visto se acaba de meter un cocido maragato que le ha causado una indigestión de tal grado que ha tenido que vomitarlo. ¡hay que ver cómo son estos de Burgos que no les vale con el queso y la morcilla!

Los pueblos que vienen a partir de Astorga tienen mucho encanto porque las casas están bastante bien conservadas. En general están formados por una calle con casas en ambos lados por la que el Camino atraviesa. Después me entero que uno de ellos "Santa Catalina de Somoza", es el pueblo del pescadero al que le compro el pescado en Madrid.

Y con estas llegamos a Rabanal del Camino donde puedo decir que lo mejor del pueblo no son sus casas, no son sus alrededores, no son sus restaurantes ni sus albergues no, lo mejor de Rabanal lo tiene Isabel, la hospitalera del Albergue del Pilar que años atrás anduvo por tierras mostoleñas. Yo recomiendo hacer parada en este lugar, igual que yo fuí por recomendación de mi amigo Pakito. No es que el albergue en general sea gran cosa, incluso anda un poco escaso de duchas y baños, pero es la personalidad y la humanidad de Isabel la que hace que merezca la pena conocer este lugar. No digo más, sobran las palabras, como seguro que sobra comida de los sencillos pero estupendos platos que os servirá en ese bonito patio.




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